miércoles, 18 de febrero de 2015

Regeneración y renovación

Joaquín Costa, una de las figuras más representativas del movimiento conocido como regeneracionismo español -hace más de cien años- ya añadía como colofón a un manifiesto de once puntos que condensaba su pensamiento político, la inexcusable necesidad de renovación de todo el personal gobernante de los últimos veinticinco años: su condición de aragonés le impedía andarse con paños calientes.
Un siglo después, y si quisiéramos ser igualmente concluyentes, tampoco deberíamos esperar del actual bipartidsimo que la regeneración -que, de antiguo, es el antónimo de  corrupción- provenga de quienes deben regenerarse, ya que, al igual que ocurría con el bipartidismo de entonces, la regeneración pasa por la renovación. Las declaraciones de autoregeneración tanto del PP como del PSOE -perdón, del "nuevo" PSOE- tienen la misma credibilidad que las declaraciones de arrepentimiento y rectificación de un condenado a muerte por sus crímenes.
Por cierto, entre los once puntos de Costa figuraba uno que proponía la creación de un poder judicial digno de su función. Si veinte años no es nada como dice el tango, cien tampoco parecen gran cosa.

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