domingo, 21 de agosto de 2016

El guiñol: Escena V (el innombrable)

Sí; quedaba un poco feo que el nombre de Luis Bárcenas -esa persona de la que usted me habla, en código mariano-, ex-tesorero y ex (en general) del PP, figurara tal cual en el acuerdo o pacto por la regeneración firmado entre el PP y Ciudadanos en las seis condiciones, así es que parece que el PP ha conseguido que desaparezca del texto del acuerdo; ya se sabe que el ciudadano de a pie no pondera adecuadamente lo particular sobre lo general y, además, no es cuestión de particularizar y de citar por su nombre a todos los encausados y condenados por corrupción que en su día pertenecieron -o aún pertenecen- al PP, que sería largo y farragoso por más que desde el PP nos quieran convencer de que se trata de  casos aislados. Por tanto, ahora en el texto del correspondiente punto del acuerdo se lee: Creación de una comisión de investigación parlamentaria sobre la presunta financiación ilegal del Partido Popular, -eso sí: presunta tanto que fuera financiación como que fuera ilegal- que alguien podría ver como una durísima condición, pero que nadie espere que sea algo más que la reedición -convenientemente puesta al día- de lo que ha sucedido en la Asamblea de Madrid como consecuencia de los acuerdos anticorrupción entre el PP y Ciudadanos en ella, esto es, un circo mediático en el que algún que otro implicado actualmente en prisión -como es el caso de Francisco Granados, implicado en la trama púnica- afea al PP dejarle en la estacada y proferir también alguna que otra amenaza con tirar de la manta demostrando con ello la institucionalización de la corrupción  existente de antiguo en el PP. Si poco -para lo que podría y debería- se materializa en los tribunales de justicia como consecuencia de los casos corrupción, menos aún cabe esperar de esas comisiones parlamentarias sin fecha, sin guión, sin procedimiento y  cuyos encausados y/o testigos no son ni mencionados, atendiendo, seguramente, al pío refrán: se dice el pecado, pero no el pecador. Y como para que entendamos a priori lo que cabe esperar de ésta propuesta de regeneración gatopardiana: una abundante descripción y enumeración de principios morales, casi un corolario actualizado a  los Principios metafísicos de la moral, de Kant. Quizá aquí pudieran aprender algo, por si fuera el caso -improbable- de que pretendieran tomárselo en serio.

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