sábado, 25 de agosto de 2012

Unos sencillos cálculos

Los directivos de las entidades financieras no podrán cobrar más de medio millón de euros anuales; esa cantidad es la misma que han de repartirse casi cien desempleados siempre y cuando, eso sí, tenga cada uno tres personas a su cargo. Sin llegar a aquello de que " a cada uno según su necesidad y de cada uno según su capacidad" que siendo puramente racional muchos suponen demagógico y de tufillo izquierdoso, es lo cierto que ninguna sociedad puede avanzar con desigualdades tan desquiciantes como las que estamos padeciendo. Por cierto, el mencionado límite salarial se refiere sólo a entidades que hayan recurrido -por diversos motivos, entre ellos, y como más frecuente, la mala gestión- a ayudas públicas, o sea, al dinero de todos; quiere esto decir que perfectamente lo puede estar cobrando un directivo que haya demostrado manifiestamente su incapacidad para el cargo que ocupa. Para el resto de los bancos no existe ninguna restricción, como tampoco existe para el dinero que un club de fútbol puede desembolsar por un fichaje estrella, habitualmente de millones de euros. Es fácil hacer la cuenta en este último caso traduciéndolo al número de personas desempleadas: doscientas (con tres persona más viviendo de su prestación por desempleo) por millón.

martes, 21 de agosto de 2012

Buenos y malos

Confieso no entender muy bien el beneficio de la creación de una sociedad gestora de activos tóxicos ni siquiera cuando se denomina -atendiendo seguramente a las cortas entendederas del ciudadano común- banco malo. Parece que la clave del invento reside en agrupar activos cuyo valor real es desconocido, pero muy probablemente es inferior en más de un 60% al declarado, fundamentalmente todos aquellos provenientes de la pinchada burbuja inmobiliaria. ¿Y cual es la ventaja de esa agrupación?. Sin ser muy malpensado yo sospecho que esa agrupación es una nueva aplicación del universal principio neoliberal de socializar las pérdidas y privatizar las ganancias, es decir, se sanea con dinero público -o sea, de todos- los bancos "malos" y por su parte, los bancos "buenos" pueden continuar obteniendo pingües benecificos privados con negocios que continúan siéndolo. Pero, si a pesar de mis prejuicios pre-neoliberales, se demostrara que la fórmula funciona, ¿por qué no aplicarlo a otros sectores o personas y separar, por ejemplo, a los políticos buenos de los malos, a los empresarios buenos de los malos, a los trabajadores buenos de los malos, a los periodistas buenos de los malos?; no habría más que mirar la etiqueta y utilizar ese maniqueísmo utilitario para separar a los buenos de los malos con un esfuerzo mínimo. Al menos tendríamos más claro quien es quien y sería mucho más fácil actuar en consecuencia.

domingo, 12 de agosto de 2012

El rey desnudo

Muchos lo sospechamos desde hace tiempo -antes incluso de que fuera contrastable- pero personas de reconocido nivel intelectual lo aseguran: "la verdad es que estamos gobernados por una pandilla de gilipollas", que, dicho así por un particular parecería una grosería, pero cuando lo dice Antonio Gala, reverbera como luz en las tinieblas de la memez que nos rodea. Conforta mucho, ya digo, comprobar que lo que uno sospechaba lo dicen claramente y sin tapujos Santiago Carrillo, Jose Luis Sampedro, Vincenç Navarro o Antonio Gala; generalmente personas de una experiencia vital, categoría intelectual y falta de pequeñas ambiciones que hacen que nos reconozcamos en sus lúcidas reflexiones. Como cuando Gala afirma que "lo primero que tiene que hacer un Gobierno no es evitar que quiebren los bancos, sino que no haya hambre". Lo evidente no es lo más frecuente en estos tiempos; alguien tiene que recordar que el rey está desnudo. Me refiero al del cuento de Andersen, claro; el nuestro no pasa frío. Ni hambre.