jueves, 29 de junio de 2017

Panegirismo

Durante el discurso pronunciado por el Rey en el Congreso de los Diputados con motivo del 40 aniversario de las primeras elecciones democráticas en España, éste afirmó que la Guerra Civil y la dictadura fueron una inmensa tragedia sobre la que no cabía fundar el porvenir de España; no cabía fundar el porvenir de España pero parece que sí fue posible refundar la institución que él representa, ya que el dictador de esa dictadura, Franco, nombró como su sucesor, por la gracia de Dios y la suya propia, a su padre a título de Rey. No como restauración ni como seguramente pretendía el dictador, una instauración, sino más bien como una continuación de la propia dictadura. No fué éste el menor de los sapos que hubieron de tragarse -y hacernos tragar- algunos de los padres de la Transición; y sobre ésta contradicción y otras semejantes se fundó la democracia que gozamos hoy, por lo que no es de extrañar que, pese a ampulosas declaraciones discursivas y Constitucionales, ésta se perciba como poco sólida aunque muy retórica. (Que ya que el Rey actual reconoce que hubo una dictadura, sólo queda que reconozca las consecuencias -los asesinados malenterrados en fosas comunes y cunetas, por ejemplo- producto de aquella inmensa tragedia).
No voy a negar que el rey emérito aceptara con cierto realismo la acomodación de su cargo a la situación social y política de éste país en la etapa posfranquista, difícilmente evitable, por otra parte,  y que ello se tradujera, en consecuencia, en avances desde el punto de vista democrático. Pero leer, por parte de la presidenta del Congreso dirigiéndose a la institución monárquica -en concreto al hijo del nombrado por el dictador y que ha tenido a bien heredar el cargo- un texto como el siguiente: Ese tránsito de la dictadura a la democracia fué voluntad compartida por todo el pueblo español, encabezado, como ahora por el Rey. Hoy, Señor, cuando Os corresponde estar al frente de la Monarquía parlamentaria que ha sido agente y marco de nuestro sistema de libertades, las Cortes Generales Os agradecen que presidáis este acto, y rinden homenaje a Vuestro Padre, el Rey Don Juan Carlos cuyo nombre en la Historia no podrá nunca desligarse de la palabra democracia, supone, claramente, una conjunto de exageraciones ahistóricas que, con seguridad, no suscriben bastantes de los representantes en éstas Cortes Generales.
El panegirismo es en éste país un género literario ampliamente cultivado pero sobrevalorado, y suele convertirse -sobre todo si se dirige a ausentes por uno u otro motivo- en un auténtico rosario de desmesuras. Se me ocurren -antes que la palabra democracia- varias palabras por las que es muy probable que la Historia recuerde al rey emérito, algunas coincidentes con las que se recuerda a varios de sus antepasados Borbón.

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